Beneficios
• Fortalecimiento del sistema inmunológico
• Una función hormonal apropiada
• Mayor energía
• Mejora en la calidad de vida
El estrés es una parte normal de nuestra vida, y una cierta cantidad de este es esencial para sobrevivir, pues nos permite responder apropiadamente ante la presencia de un peligro o defendernos de los virus o bacterias.
La primera fuente de estrés en la vida moderna está asociado con la urgencia del tiempo, a un horario saturado de actividades que nos bombardea con un estimulo constante y con interrupciones del pensamiento.
Esto origina cambios leves pero crónicos en nuestros niveles hormonales, principalmente en el Cortisol, que es la hormona que acelera el proceso del envejecimiento.
Conforme envejecemos, el cortisol se eleva en forma no deseable, de tal forma que cuanto es más estresante nuestra vida y pobre nuestra dieta, más altos son los niveles de cortisol.
Los altos niveles de cortisol están directamente relacionados con los factores más importantes de envejecimiento, entre los que se encuentran:
• Degradación del colágeno y la elastina de la piel, articulaciones, hueso y tejido muscular.
• Pérdida de la memoria y daño del sistema nervioso.
• Disminución de la función inmunológica.
• Aumento de los factores pro-inflamatorios.
• Alteraciones del metabolismo graso, reflejados en la elevación de triglicéridos, del colesterol total, y un índice bajo entre el colesterol bueno y malo.
• Retención de líquidos y elevación de la presión arterial.
• Disminución de la función hormonal.
• Aumento de hipoglucemia y necesidad de comer azúcares, debido a los altos niveles de insulina.
• Problemas de la piel, arrugas, acné, psoriasis, seborrea y pérdida de cabello.
• Disminución de la función cognoscitiva.
• Disminución del apetito sexual.
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